17.4.06

ENFERMEDADES CONGÉNITAS

Apoyaba blandamente mis mejillas en las hermosas mejillas de la almohada, tan llenas y tan frescas, que son como las mejillas mismas de nuestra niñez. Encendía una cerilla para mirar el reloj. Pronto serían las doce. Este es el momento en el que el enfermo que tuvo que salir de viaje y acostarse en una fonda desconocida se despierta sobrecogido por un dolor, y siente alegría al ver una rayita de luz por debajo de la puerta. ¡Qué gozo! Es de día ya. Dentro de un momento todos se levantarán , podrá llamar, vendrán a darle alivio. Y la esperanza de ser confortado le da valor para sufrir.

[Por el camino de Swann - Marcel Proust]

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