13.4.06

LETTERS FROM DARK SIDE (1)


Viajar es darse cuenta de que no hay un destino. Cuando en uno de esos interminables trayectos de tren te preguntas hacia dónde vas, caes en la incierta sensación de no saber nada. Tal vez oir un anuncio automatizado por los altavoces nos recuerda a que dirección miramos. Tal vez podamos averiguarlo por la posición del sol a través de la ventana.
Pero cuando viajas de noche es distinto. El tren (que no es un tren, sino un habitáculo aislado en el que coexistes con otros que creen estar más acertados que tú) avanza sumergido en una cápsula negra, en una bolsa oscura que no te deja advertir ningún indicio. El tren se queda atrapado en la nada. Sin embargo, hay movimiento.
Llega un instante en el que pierdes la noción de tu propio espacio, de tu propio tiempo. Cuando viajamos somos seres de ninguna parte que no intentan ni siquiera respirar (véase que no molestar a tu compañero de asiento es una norma fundamental de todo buen viajero).
Decir que algo parecido ocurre con nuestra vida sería proclamar un discurso demasiado fácil. Gritar al cielo (¿por qué al cielo?) que el ser humano vive atrapado y sin saber a dónde va resultaría demasiado repetido, cansino, repudiable y vacío de significación alguna.

(To be continued... )
(escuchando: Opeth - Hope leaves)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que lo terrible es que en la mayoría de los casos es el mismo ser humano el que se atrapa y se limita a dejarse llevar por el tren, vaya a donde vaya. Entre otras razones porque pensamos que es más cómodo y más seguro cogerlo que ir a patas a donde queramos.

PD: Pedazo canción de Opeth :-p

Anónimo dijo...

"No sabemos lo que encontraremos al final del camino, así que es mejor disfrutar del viaje."

Manuel Calavera

Carmen Soriano dijo...

Sí sabemos lo que hay al final del camino. Al final sólo hay muerte. Somos seres para la muerte.
El viaje a veces es una puta mierda, y es normal que en esas no nos apetezca seguir andando (y perdón por la malas palabras). Cuando las piernas se cansan y todo está oscuro es difícil caminar.
Pero no me refiero a eso. Sí, Vlad, lo malo es dejar que el tren te lleve porque sí, aunque a veces es conveniente. Pero el tren no son las personas, eres tú; y lo que da miedo no es el final del camino, sino que durante el trayecto no sepas donde estás. Eso es lo aterrador.

Anónimo dijo...

Creo que aquí se ha hablado de diferentes trenes.

- Hay un tren que tiene un solo destino conocido por todos, el cual no siempre tenemos presente. De ese tren no puedes bajarte a no ser que quieras llegar antes. Tampoco puedes disminuir su velocidad ni cambiar su rumbo. Lo mejor que se puede hacer es disfrutar de las vistas y mejorar tu estancia dentro.

- El otro tren no tiene ventanas y pagamos el billete sin saber a donde nos lleva. Puedes subir y bajar a voluntad, siempre que seas consciente de si estás dentro o no. Lo usamos cuando el camino está tan oscuro (y nosotros tan cansados) que no podemos dar un paso más. Aunque a veces lo cogemos por simple inercia o comodidad. El tren no son ni las personas, ni tú, ni nadie. Podría ser la depencia a otras personas, la fe ciega, o la apatía o pasividad hacia a lo que te rodea. El tren es actitud. El objetivo a alcanzar es "el deseo" y el tren es mucho más rápido que nosotros, pero no sabemos a donde nos lleva...

PD: Vaya puta paja mental (Sí, Carmen, suelto tacos xD)

Anónimo dijo...

Sólo desconoces tu paradero cuando no tienes ninguna referencia, cuando no ves nada...los túneles, la noche más oscura...

Carmen Soriano dijo...

Aconsejo a los comentaristas que esperen a la segunda parte de Letters From Dark Side, da un giro inesperado y la verdad, bastante estúpido. Estará este fin de semana (me he dejado el cuaderno en Córdoba).
¡Vivan las pajas mentales!